martes, 1 de noviembre de 2016

UN DESEO
Es 31. de octubre.
Hay tres velas en la tarta de chocolate. El lado más cercano a la niña con vestidito de bruja está dañado, pero los familiares y los otros niños no lo pueden ver; su mamá ha puesto un poco de nata dulce ahí antes.
El hermano mayor de la niña está sentado en un sillón, lamiendo el chocolate de su pie derecho descalzo.
-¡Vamos, Carolina!-le dice la madre. –Pide un deseo.
-Está tan linda la niña-susurra alguien en la oscuridad.
Se oye el sonido de las cámaras fotográficas. Otro más.
Carolina cierra los ojos y dice: -Quiero que después de mi cumple todos nosotros nos vayamos al cielo.

Entonces sopla las velas. Se oye una  explosión fuerte.
LA MUERTE CLÍNICA
Veo a todos mis parientes fallecidos a mí alrededor. Están sentados en círculo.
Reina un silencio absoluto. Todo es tan limpio y tan simple. Se sonríen y me miran con los ojos llenos de cariño.
De repente se oye un ruido desagradable. Aterrorizado, me doy cuenta que la gente está tirando tierra encima de un ataúd. Mi ataúd.
Con toda la fuerza que me queda, empiezo a empujar hacia arriba y logro salir.
La gente se pone a gritar, a llorar y a huir, creando un alboroto insoportable. Una jovencita se desmaya.
El cura se ha cagado de miedo. Huele fatal.
Me tapo la nariz y decido volver a la tumba. Pongo la tapa de nuevo y me quedo ahí meditando.

En el otro mundo, todos son tan limpios, tan sencillos y tan absolutamente silenciosos.
LO MISMO QUE ÉL
-Lo mismo que él.
-Pero señor, lo que pasa es que… Es nuestro cliente especial…
-¿Y qué, yo no soy lo suficientemente especial para ustedes?
-No se trata de eso, señor…
-Voy a beber lo mismo que él y no me importa, cueste lo que cueste. ¿Me lo va a servir o me voy a otro bar?
El camarero suspiró y le sirvió un vaso lleno de algo que parecía un Bloody Mery pero que olía de forma distinta. Ya se había bebido la mitad antes de que, cagado de miedo, reconociera el sabor salado y el olor ligeramente metálico. Escupió el trago que tenía en la boca.
El cliente especial, envuelto en la capa negra, se dio la vuelta y le miró con una amplia sonrisa, mostrando sus colmillos blancos, largos y afilados.


EL COLLAR
-El vecino me acaba de decir que ha visto al perro tumbado en la carretera en la calle Lucano. ¡Qué miedo! ¿Y si es el nuestro?-dijo la mujer.
-Por eso no ha aparecido en todo el día-dijo el marido.
-Tenemos que ir a por él.
-Sí, tenemos que ir en el coche. Nerón era muy grande-comentó el marido.
Nerón yacía al lado de la carretera.  La sangre adornaba su boca.
El marido abrió el maletero.
-Nerón no lleva su collar.
 -No importa-dijo el marido.
-Si está allí, en la carretera-dijo la mujer y se dirigió hacia estaba el collar.
Como tenía prisa, miró solamente hacia la derecha.
La atropelló un Mercedes Benz deportivo.
El marido dio la vuelta.
En el lugar donde hace un momento estaba el collar, ahora yacía su esposa.

La sangre corría imparable hacia su coche.