domingo, 3 de octubre de 2021

Conteniendo mi aliento








El jueves pasado, 15 de marzo de 2018, un senegalés de 35 años, Mame Mbaye murió de un infarto en las calles de Lavapiés. Fue perseguido por la policía poco antes de desplomarse sin vida sobre la acera, me informa la voz amable del periodista.

Agarro el mando. Mis dedos encuentran consuelo en su forma familiar.

¿No os gustaría que la vida viniera con un mando, para poder hacer una pausa antes de haber tomado decisiones estúpidas?

¿Adelantar todos los errores?

¿Rebobinar los momentos felices?

Pulso el botón rojo, sustituyendo los colores vibrantes y los sonidos vivaces por un silencio completo.

Clic.

La pantalla de la tele, ahora completamente oscura, proyecta una película desde las profundidades de mi memoria.

***


Una gran variedad de tiendas alinea los callejones del mercadillo más famoso de Madrid: El Rastro. Está repleto de puestos de antigüedades y arte, joyerías y tiendas de accesorios, boutiques de lujo y quioscos de souvenirs.

Hordas de turistas acuden al Rastro—polillas atraídas por una llama. 

Las campanas tintinean sin cesar mientras la gente entra y sale de las tiendas, embelesada por los precios de las bagatelas españolas.

¡Bolsos baratos! ¡Bolsos buenos y baratos, señoras y señores! ¡Buenos y baratos! Oigo exclamar a un entusiasta vendedor ambulante.

Su voz jovial me anima de inmediato.

Me acerco al chico majo, delgado y calvo, vestido sólo en su piel negra y pantalones de algodón beige.

¿Tienes videojuegos?La empollona que llevo dentro de mí no puede reprimir la pregunta.

Me tira una pedorreta. ¿Videojuegos, eh? No. Hoy no. Podría tener uno mañana.

Déjame que te cuente un secreto pequeño. Se inclina hacia mí y susurra: A mí no me gusta venderlos. Pero... Dan dinero. No sólo soy un topmanta, ¿sabes? Ahora también juego en un club de fútbol. España es una tierra de oportunidades. Para ti y para mí. Somos toubabs.

¿Toubabs? Vuelvo a sonreír y saco un minicuaderno del bolsillo de mis vaqueros.

Nunca es mal momento para poner en marcha el motor de la inspiración.

Las lenguas y las expresiones extranjeras siempre han tenido un encanto para mí. Me abren nuevos horizontes, nuevas percepciones. Tengo ansias de ver el mundo y garabatear todo lo que se expande ante mis ojos.

Hablar con gente de otros lugares me enriquece espiritualmente. Me teletransporto a los paisajes asombrosos de sus mentes hermosas.

Toubab significa extranjero. Somos extranjeros...en esta ciudad, explica. Llegué aquí en un bote. ¿Y tú? ¿En un avión? Asiento, y él continúa: Diferentes formas. Diferentes medios de transporte. Sin embargo, ambos habíamos empacado nuestras esperanzas y sueños en nuestras maletas hechas jirones. También hemos empacado nuestra hambre. Un vientre vacío no tiene oídos.

Un vientre vacío no tiene oídos. Repito ese pedazo de sabiduría y lo apunto.

Estoy ahorrando dinero de estas ventas añade. Enviando algo a mi familia en Senegal, también. Si me hago grande... Cuando me haga grande... Se corrige a sí mismo y los ojos se le empañan como  los de alguien que está soñando despiertoPor fin podré volver a casa. Podré... volver a casa. Ya sabes lo que dicen: ¿Go big OR go home? En mi caso, será: Go big AND go home.

En ese momento, decido espontáneamente que quiero ayudarle con su sueño.

Así que le suelto: ¿Te gustaría convertirte en mi proveedor oficial de videojuegos? Voy a necesitar 'Horizon: Zero Dawn' para mañana. Dijiste que podías conseguirlo, ¿no?.

Hasta mañana, inshallah, dice.

Extiendo mi palma y nos damos la mano.


                                                                           ***


A solas con mis pensamientos, recuerdo cómo más tarde me enteré que inshallah era: Si Dios quiere.

Aunque dices que vas a volver al día siguiente, uno nunca sabe en Senegal. Puedo enfermarme. Puede que tú te pongas enferma. Todas estas cosas estarían fuera de nuestro control actos de Dios, solía decir.

Fue un comienzo casablanquino de una hermosa amistad.

Mame y yo hablábamos en español.

El idioma que no era ni suyo, ni mío.

Era el nuestro.

A lo largo de los años, pasamos por lo bueno y lo malo, incluso asumiendo papeles de justicieros sociales.

Eramos Don Quijote y Sancho Pansa, cargando contra los molinos de viento de la inequidad en nuestros viejos jamelgos.

Cruzados en las protestas públicas, gritando audazmente ¡Mucha policía, poca diversión! 

A Mame Mbaye le llegó la hora de apoyar su cabeza fatigada en el pavimento y caer en el sueño eterno el 15 de marzo de 2018, cuando tenía 35 años. Sin embargo, no me enteré de ello hasta dos días después.

Por alguna razón, considero que el 17 de marzo es el aniversario de su muerte, aunque sé que falleció el 15 de marzo.

En mi opinión, ese 15 de marzo, Mame seguía vivo.

Dejaba mis mensajes en visto porque probablemente estaría ocupado.

No respondía a mis llamadas porque había estado haciendo algo divertido que luego me contaría, como siempre.

Este año, cumplí 35 años. Por fin lo alcancé.

A partir de ahora, cada año, va a ocurrir lo mismo: Mame Mbaye vuelve a morir y yo envejezco.

Mantengo la esperanza de que con una sonrisa alegre, el alma ahora desatada de Mame Mbaye haya vuelto por fin a casa.

Como siempre quiso.

En cuanto a mí, sólo me queda seguir adelante y llevar la antorcha de su voz.

Me acuerdo de él con fervor cada vez que hablo o escribo su nombre.

Todavía está aquí conmigo en espíritu.

No hay nada que pueda hacer para traerlo de vuelta.

Mis palabras no pueden cambiar el pasado.

Sin embargo, pueden transformar el porvenir.

Podríamos alterar los pensamientos y las percepciones de las generaciones venideras y, a partir de ahí, también sus acciones.

¿Habrá un mañana mejor?

¿Llegará un momento en el que el color de la piel no suponga automáticamente una connotación negativa?

Aquí está la esperanza de que sea así.

Yo espero a ese futuro, pero también participo activamente en su creación.

Conteniendo mi aliento para ese mañana. Siempre recordando cómo Mame Mbaye jadeaba por el suyo.


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